MIRAR NO ES SOLO UN HECHO COTIDIANO
Creo no equivocarme cuando afirmo que no sabemos mirar; el primer verso de uno de mis últimos poemas escritos, dice así: “Mirar no es sólo un hecho cotidiano”. Y es que estoy totalmente convencido de que no lo es. Éste es un tema que me obsesiona y que ocupa una parte importante en mi poesía: la mirada como medio de fusión con cuanto me rodea.
¿Cómo utilizar bien la mirada? ¿Cómo proyectarnos en las cosas a través de ella? ¿Cómo captar esa otra realidad existente detrás de una primera realidad, mucho más banal y predecible? No es fácil saber apreciar el doble fondo que todo –personas, objetos, animales, plantas…– tiene en la vida. La correcta contemplación del mundo requiere práctica; y ésta es llevada a buen puerto cuando se trabaja con constancia e ilusión, dos términos que siempre deberían aparecer unidos y en perfecta armonía. Aceptar las cosas tal y como se nos muestran, comprender el mundo en su belleza desbordada y en su dolor más profundo, requiere de un necesario ejercicio de despojamiento carnal para hallar y conocer nuestra propia esencia –eso que somos–, que no es otra que la esencia misma del contexto en el que vivimos, o, lo que es lo mismo, del universo habitado.
De lo único que las personas podemos estar seguras es de nuestra existencia, es decir, de ser, de estar de paso por el mundo, sin que ello conlleve forzosamente una medición espacio-temporal exacta que estructure este hecho. Pero ese sería otro tema distinto a tratar.
Por tanto, el hombre es, básicamente, una conciencia. Se sabe en el mundo, pero el mundo no es igual para todos sino que varía como consecuencia de la percepción, que es única y particular, de nuestros sentidos ante los estímulos que encontramos a diario en él. Uno de estos sentidos, el que nos ocupa, es la mirada. A través de ella –aunque no es el único medio– las presencias y las ausencias son convertidas en pensamientos, también únicos y particulares, en cada una de nuestras mentes.
Contemplar y reflexionar sobre lo contemplado ayuda al autoconocimiento. De eso se trata. Observarnos en el mundo y observar el mundo en nosotros, como dos espejos enfrentados donde poder mirar mirándose. Mirar no es sólo un hecho cotidiano. Estoy convencido de ello.
Fdo. Rubén Martín Díaz.
Premio Adonais 2009