REFLEXIONES SOBRE NUESTRA SALUD MENTAL

Desde muy joven me han interesado la conducta y las emociones humanas, lo que me llevó a estudiar psicología en la Universidad Complutense de Madrid y, posteriormente, a trabajar dando servicios de orientación y apoyo psicológicos, tanto en el ámbito privado como en el público. Además, he dedicado  gran parte de mi vida profesional a la enseñanza de la lengua inglesa. Debo decir que ambas actividades profesionales me han proporcionado conocimientos muy interesantes y una gran satisfacción personal.

Me preocupa la atención que se da a los problemas de salud mental, un tema que ha sido tabú durante mucho tiempo y que, poco a poco, se ha ido aceptando en nuestra sociedad, muestra de ello es que cada vez se comenta más sobre el tema en los medios de comunicación y son más los personajes famosos que hablan públicamente de sus problemas mentales (depresión, ansiedad, ataques de pánico, etc.). Sin duda, aún queda mucho por hacer para lograr que podamos hablar de este tipo de problemas con más naturalidad y menos secretismo.

Quisiera compartir con vosotros algunas de mis reflexiones sobre las razones por las hoy en día  no somos más felices o, como prefiero denominarlo, no tenemos más bienestar emocional, a pesar de que aparentemente lo tenemos todo o, al menos, nuestras necesidades básicas están cubiertas, que es lo esencial. Además, desearía dar unas pautas cuyo objetivo es ayudar a lograr dicho bienestar. Prefiero que sean pocas y fáciles de entender porque soy consciente que nuestro cerebro funciona mejor cuando le damos menos opciones entre las que elegir. Y ya lo dice el dicho: ‘el que mucho abarca poco aprieta’.

Comienzo preguntándome: ¿cómo es posible que nos hayamos habituado, unos con mayor dificultad que otros, al uso de las nuevas tecnologías, que llegaron para quedarse y cuyos recursos consideramos imprescindibles? Nos cuesta ponernos al día y, aunque la mayoría de nosotros no dejamos de sentir que no estamos ‘actualizados’, procuramos que nuestra vida sea más cómoda a golpe de click o deslizando el dedo por la pantalla.

Nuestro cerebro es nuestro gran ordenador personal, nuestro centro de control. Es un órgano maravilloso y enigmático que controla nuestros pensamientos, emociones y conductas. En ocasiones parece que este órgano va a su aire y no tenemos control sobre él, perjudicando nuestra salud emocional y haciendo que nos sintamos ansiosos, enojados, temerosos e infelices. La buena noticia es que sí podemos aprender a controlar nuestra mente y nuestros pensamientos para poder disfrutar una vida más acorde a nuestros deseos y prioridades. De igual manera que aprendemos a darle mejor uso a nuestros ordenadores, móviles y demás aparatos tecnológicos, está en nuestras manos desarrollar la habilidad de trabajar con nuestra mente a nuestro favor y contribuir, de esta manera, a mejorar nuestra salud mental.

En primer lugar, es esencial darse cuenta de que somos lo que pensamos. Nuestros pensamientos nos hacen únicos y determinan cómo percibimos y cómo nos relacionamos con nosotros mismos y con nuestro entorno. Ese diálogo interior nos puede impulsar a creer en nosotros mismos, a salir de nuestra zona de confort y aceptar retos o, por el contrario, a hundirnos, sentirnos incapaces y hacernos muy infelices.

Estudios científicos han demostrado que gran parte de nuestros pensamientos diarios son  negativos, lo que afecta claramente a nuestro comportamiento y nuestro bienestar. Muchas  de las cosas que nos preocupan no llegan a suceder, son solamente pensamientos irrazonables, suposiciones, pero malgastamos mucho tiempo y energía en ellos. La mente reacciona como si aquello que nos preocupa fuera a suceder, no distingue entre lo que es real y lo que imaginamos. Debemos aprender a cambiar esos pensamientos tóxicos y tenemos los recursos para hacerlo.

Algunos de estos recursos, que yo misma intento aplicar a mi vida diaria, son los siguientes:

  • Realiza actividades que den sentido y placer a tu vida: lectura, deporte, voluntariado, asistir a conferencias, escuchar música… Incorpora momentos de felicidad a tu vida diaria, a través de esas actividades que te gustan y te aportan crecimiento.
  • Relaciónate. No te aísles. Crea vínculos significativos con tus amigos, miembros de tu familia, tus compañeros de trabajo, etc. que te permitan compartir experiencias, solicitar apoyo, realizar actividades de ocio o, simplemente, disfrutar de la relación. Una advertencia, ten cuidado con las relaciones tóxicas, no te aportan nada bueno.

Martin Seligman, padre de la psicología positiva, demostró en sus investigaciones que algo que compartía la gente más feliz del mundo era el hecho de mantener unas relaciones sociales sólidas. Está claro, interactuar con aquellos que nos aprecian y a los que apreciamos influye positivamente en nuestro estado de ánimo.

  • Sé agradecido/a. Muestra reconocimiento y aprecio por las cosas buenas de la vida. Mostrar gratitud con regularidad no sólo contribuye a que nos sintamos mejor sino que también nos mantiene más sanos. Tal Ben-Shahar, profesor de psicología positiva de la Universidad de Harvard, asegura que ser agradecido/a fortalece nuestro sistema inmunológico.
  • Intenta sonreír más y sé amable. ¡Qué importante es la amabilidad en las relaciones humanas! ¿Verdad que cuando te tratan bien, con amabilidad, en una tienda o restaurante deseas volver? Algunos estudios de investigación relacionan los actos de bondad y la amabilidad con la liberación en nuestro organismo de compuestos químicos, como la oxitocina o la serotonina, que contribuyen a mejorar nuestro estado de ánimo y bienestar general.
  • Cuida tu salud física. Haz alguna actividad deportiva acorde a tus gustos y posibilidades, aliméntate bien y duerme suficiente.
  • Intenta no sacar conclusiones o tomar decisiones cuando tu estado de ánimo esté bajo o te sientas cansado/a, enfadado/a o preocupado/a. Cuando estamos mal, pensamos mal y nuestras preocupaciones toman el control. Preocuparse no es productivo.
  • Cuidado con el perfeccionismo. El deseo de controlar todo genera una gran angustia, baja autoestima, al no valorar los propios logros, y una tremenda infelicidad. Permítete ser humano/a y acepta tus errores. No eres un robot.

Aunque existen más recursos para mantener nuestro equilibrio mental y vivir de manera más satisfactoria, considero que los expuestos son suficientemente importantes para que los tengamos presentes y los incorporemos a nuestra vida.

Desearía terminar estas reflexiones con una historia cherokee muy conocida:

Cuenta una antigua leyenda india que un viejo jefe Cherokee le contó esta historia a su nieto alrededor de la hoguera.

– ‘Dentro de mí se libra una tremenda batalla entre dos lobos. Uno de ellos es un lobo violento, lleno de rabia, vengativo y envidioso. El otro lobo, sin embargo, es bueno, compasivo, generoso, está lleno de amor. Esta batalla tiene lugar en cada uno de nosotros’.

El nieto se quedó pensativo y finalmente le preguntó:

-‘¿Cuál de los dos lobos ganará la batalla?

Tras un instante, el abuelo le respondió:

– ‘Aquel al que tú alimentes’

Espero hayas disfrutado de la lectura y, sobre todo, te haya resultado útil.

PALOMA DUCE
Lda en Psicología