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CREACIÓN MUSICAL CONTEMPORÁNEA

 

Para la música, los siglos XX y XXI son un periodo deslumbrante, con una extraordinaria variedad de estéticas y el uso de nuevos procedimientos sistemáticos y estructurales; un enjambre de tendencias y movimientos que permanecen o se quedan en puro experimentalismo nominalista. El dodecafonismo y la música estocástica, el serialismo integral y la aleatoriedad, la música concreta y el minimalismo, junto a la irrupción de la electroacústica, han sido, entre otras, parte de esta época apasionante.

¿En qué se parecen Leonard Bernstein y Pierre Boulez, Dmitri Shostakovich y Agustín González Acilu? Quizá en que al unir sus miradas adivinamos la verdad multiforme que nos configura. España vive un momento de enorme intensidad creativa, pues es altísima la calidad muchos de los compositores de diversas generaciones que están en activo actualmente. A pesar de todo, la creación musical nunca ha estado tan separada de la sociedad de su tiempo como ahora. La presencia de los compositores es muy escasa, mucho más si la comparamos con la de escritores, artistas plásticos o cineastas. Resultaría muy sencillo para un buen número de personas citar tres escritores o tres pintores nacidos, por ejemplo, a partir de 1950. Si probamos a preguntar por compositores el resultado es, la mayoría de las veces, un prolongado silencio.

No es este breve texto el lugar para hacer un análisis de las causas y las posibles soluciones a este problema, pero es revelador que ni siquiera en los conservatorios, como centros de enseñanza profesional, tengan estas músicas una presencia adecuada en las programaciones didácticas. No podemos convertir las aulas en lugares que estudien sólo el pasado: debemos llenar nuestros conservatorios de vida; que los estudiantes conozcan a Bach y a Schumann, pero también a Román Alís y a Krzysztof Penderecki; que aprendan la escritura tradicional junto a los nuevos sistemas de grafía; que amen la música de Beethoven y la de Ligeti; que, en definitiva, no se les ampute toda esa belleza que, sin un impulso inicial, pueden perder para siempre.

La música que hacen los compositores contemporáneos está impregnada de nuestro tiempo, de nuestras dudas, de nosotros mismos. No es para siglos venideros: es para los seres humanos de aquí y ahora.

Josep Soler: “Ninguno de nosotros verá el esplendor del nuevo ciclo, pero nos queda el angustioso orgullo de haber sido obreros tenaces en los momentos más difíciles: al poner los fundamentos, al iniciar un nuevo edificio construyéndolo con piedras recogidas entre ruinas”.

 

Diego Fernández Magdaleno
Premio Nacional de Música