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                                                                                        APUESTA POR LA LITERATURA FUTURA

Como lectora, exijo certezas; deseo que cada novela suponga un paso adelante y sin posibilidades de retroceso en la carrera de un autor, y por tanto, en el avance de la literatura. Como autora, no me cabe otra salida más que moverme por intuiciones, un tanteo a ciegas, unas declaraciones que intento expresar con tono contundente y una duda continua.

            ¿Cómo crear una nueva historia, una nueva novela, cómo salvar el traicionero salto de siglos, siempre crítico para los movimientos literarios? Cada cual habrá de salvarse sólo, y de perderse en el bosque de palabras para encontrar la salida. Me atrevo a apuntar, sin embargo, una serie de puntos que creo esenciales.

            Uno de ellos será un nuevo tratamiento del tiempo en la narración: la literatura no permanecerá ajena a la aceleración a la que los medios de comunicación, y sobre todo, Internet, no han acostumbrado. La influencia del cine en los autores contemporáneos ha sido suficientemente estudiada: sin embargo, mi generación, la de escritores menores de treinta años, ha recibido continuos estímulos de la televisión, y sobre todo, de su sección más creativa: la publicidad.

            Los personajes sufrirán un desarrollo psicológico muy distinto, y probablemente, más afín a la realidad. La incomprensión del ser humano hacia sus semejantes no disminuirá, pero quizás se revista, en lugar de con palabras, con sobreentendidos y silencios.

            Apuesto, por tanto, por personajes que unen toda las características anteriores: han dado la espalda al concepto de tiempo tradicional, la soledad le ha impedido distinguir con seguridad los límites entre realidad y fantasía, y los temores y las obsesiones que les persiguen sólo tienen cabida y realización en el silencio. En la desintegración del ser, en la inmovilidad, en la negación perpetua de sí misma.

            Por último, añadiría, y en esto no soy nada original, un tema más a los puntos esenciales de la narrativa: además del amor y la muerte, la duda. El proceso de gestación de una novela, el modo en que se traza y se prueba la consistencia psicológica y vital de sus personajes no deja de ser un puzzle. Como tal, las piezas encajan, minúsculas, sin sentido, para organizar, a la larga, un diseño conjunto.

            El otro gran punto, junto con la psicología coherente del personaje y las resonancias míticas, que me preocupa, es la formación de mundos imaginarios, tanto aquellos en los que viven mis personajes como aquellos a los que huyen.

            Cada apuesta conlleva un riesgo determinado. Estas son mis cartas. Las jugadas dependen de autores, de personajes… y de los lectores.

Espido Freire
5-1-2011