POEMA EMOCIONADO DEL ESCRITOR Y POETA ANTONIO HERNÁNDEZ DEDICADO A ENRIQUE DE MELCHOR:
Esta mañana he asistido
al entierro de Enrique
de Melchor, que era
un corazón repleto de noticias enigmáticas.
Me atreví a mirarlo
en el velatorio
y vi que estaba a solas
con su claridad energúmena,
de tan vasta, de tan estelar.
Debí de rezar por su alma
que ya seguramente
estaría en otro sitio
menos emocionado,
más lleno de estrellas
como cuando en la noche
se ve la desnudez
ferial del cielo
desde el campo. Debí
decirle algo, amigo,
nosequé, decirle
que sin que él lo supiera
más de una vez besé sus manos,
decirle que su música
ya sería siempre un trozo de pan
tierno, reciensalido
del horno, que gracias a él su raza
de siempre perseguida
dejaba escapar el trigo
entre sus dedos, lo donaba
para hogaza de espíritu
aunque nadie entendiera ese milagro,
y que la Muerte, no la suya,
la que nos busca a todos,
ya no tenía escapatoria
tras el asedio de su guitarra.
Y no lo hice. Debí
pero no lo hice. Hubiera
sido inútil luchar
contra el Reclutador que no se cansa,
el que tiene las manos amarillas
de segar y segar.
Para mi amigo Juan Garrido, justo a mi lado en se momento.