MANDELA_1
MELIBI

                                                                      ¿QUÉ FUERON USTEDES A VER A SUDÁFRICA?

Ya no se escuchará aquella voz llena de clara y cristalina pureza, voz tan ardiente que viene sosteniendo mi esperanza desde la adolescencia. Ya no se escuchará esa voz, como una luz brillante en medio de nuestra noche, en la aridez de nuestro cotidiano y en la crueldad que nos ha envuelto tan de cerca como una maldición. Ya no se escuchará la voz de MADIBA.

 Para dar un homenaje a nuestro “Baobab Africano”, nuestro icono internacional, el ya nuestro Ancestro Nelson Mandela, quisiera meditar y reflexionar con este trozo del evangelio de Mateo:“Una vez que se fueron los mensajeros, Jesús comenzó a hablar de Juan a la gente: «Cuando ustedes fueron al desierto, ¿qué iban a ver? ¿Una caña agitada por el viento? (…) ¿Un hombre con ropas finas? Los que visten ropas finas viven en palacios. Entonces, ¿qué fueron a ver? ¿A un profeta? Eso sí y, créanme, más que un profeta.” (Mt 11, 7-9)

 1 – ¿Cuando ustedes fueron a Sudáfrica, que iban a ver? Se ha dicho muchísimo bien y se seguirá hablando bien de Madiba y su derrota al apartheid. De verdad muy elogioso todo lo que he escuchado y me sentí muy orgulloso de ser bantu como él. Sin embargo no se puede evitar de constatar que muy poco se hace para ayudar verdaderamente al pueblo africano. La cuestión no es que se desconozca cuál es el problema ni cuáles son las soluciones. Es que el Primer Mundo, Occidente, se siente mejor sabiendo que África lo pasa peor. Pienso que la dramática situación de África alimenta el narcisismo de aquellos que la vienen estrangulando desde hace siglosEntonces pregunto ¿que fueron a ver ustedes en Sudáfrica? Sigmund Freud decia: “Nadie hace nada para nada”. Pues ¿fueron ustedes allí para alimentar una vez más su complejo de superioridad ante los africanos?

 2 – ¿Qué iban ustedes a ver? ¿Un hombre con ropas finas? ¡No! Iban ustedes a venerar a un hombre que nos enseñó el valor del perdón. ¡Qué bien! Hablar del perdón cuando uno se sitúa por el lado del perdonado y no por el lado de quien tiene que perdonar. Por supuesto no creo que la venganza sea una solución, y es la gran enseñanza que guardamos de Madiba. Tampoco y, mucho menos se trata de ofrecer la otra mejilla. El pueblo negro-africano tanto ha ofrecido las mejillas que creo que ya no nos queda ninguna donde no se ha bofeteado.Sé que algunos gestos se han hecho y algunas palabras se han pronunciado, pero para mí, son aún insuficientes. Y, sobre todo, en realidad creo que nadie quiere arrepentirse, ni reparar el daño causado a África Negra. Por ejemplo ¿quién se acuerda hoy de esas palabras del papa Juan Pablo II?

“¿Cómo olvidar todas las vidas humanas destruidas por la esclavitud? Conviene que sea confesado en toda verdad y humildad ese pecado del hombre contra el hombre, ese pecado del hombre contra Dios. Desde este santuario africano de la dolencia negra, imploramos el perdón del cielo. Oramos para que en el futuro los discípulos de Cristo se hagan fieles en observar el mandamiento del amor fraterno que les encomendó su Maestro [y] dejen de ser opresores de sus hermanos (…) África en la actualidad sufre intensamente la punción de sus recursos humanos (…) por eso la ayuda que necesita es justamente debida.[1]

No estoy de acuerdo con los que nos quieren hacer borrar una parte de nuestra historia. Nos invitan a hacer un salto, como si nada hubiera sucedido. Creo que es necesario mirar atrás porque “la ignorancia es mortal y el olvido suicido”([2]).Tenemos que conocer nuestra historia, escribirla y contarla a nuestros hijos. Estoy convencido de que, por muy buena voluntad que uno pueda tener y por muy generoso que uno pueda ser, nadie puede querer a África más que los mismos africanos, nadie puede sentir su dolor más que nosotros, hijos e hijas del continente negro.

Hay que decir que hoy en día la “píldora amarga” que Europa hizo tragar a África por la tragedia de la esclavitud y de la colonizacion todavía nos esta envenenando. A mí, ya no me basta la excusa que a veces se escucha de que fueron actos cometidos por otras personas en otra época. ¿Eso significaría que la generación actual de europeos no hubiera actuado de forma tan innoble hacia los negroafricanos? A ver lo que pasa en la actualidad, lo dudo profundamente. Por eso la enseñanza, los valores, el testimonio y la determinación de Madiba deben dar ante todo a los africanos  coraje y ánimo para ser sus discipulos.

3 – Entonces, ¿qué fueron a ver? ¿A un profeta? Eso sí y, créanme, más que un profeta. La unanimidad que genera la figura de Mandela es una señal de que los africanos también podemos “tomar la palabra” y decir algo creíble al mundo. Señala también que quizás ha llegado el tiempo en que los africanos pueden tomar distancia respecto a la civilización occidental e incluso juzgarla. Entiendo que les cuesta a algunos que llevan consigo un cierto “grado de Hitler” aceptar que los africanos y, además los negros, pudieran opinar sobre su civilización, considerada como universal y, esencialmente dominante. Les cuesta escuchar el acto de acusación que procede de los horribles hechos fomentados en África por aquellos que quieren justificar todo, incluso sus barbaridades. Entiendo que les cuesta a otros escuchar a los africanos que, frente a la deshumanización de la sociedad occidental, quieren e intentan resistir para preservar sus civilizaciones y proclamar los valores de la cultura negroafricana.

Por lo tanto digo a mis hermanos y hermanas europeos: sé que a muchos de Ustedes les indigna seguir  mirando tantos ojos de africanos y africanas llorar sin parar. Abogo pues a que el hermoso mensaje de Jesucristo que conocen desde hace casi dos mil años, lo pongan en práctica con nosotros.

¿Cuándo llegará a pasar por el camino de África – caída en manos de unos bandidos – el Buen Samaritano que tendrá verdaderamente compasión de ella?

Cyprien Melibi Melibi.

Teólogo africano.

http://cyprienmelibi.blogspot.com.es/



[1] JUAN PABLO II, Discurso a la comunidad católica de la isla de Goree (Senegal) en la iglesia de San Carlos Borromeo, (22/02/1992) §3.

[2] G. K. ESSINGA, Manifeste de la renaissance africaine, entre la mémoire et la prophétie, (L’Harmattan Italia, Torino 2013) 7.