La FUNDACIÓN SIGLO FUTURO convocó entre varios Institutos de Guadalajara el «II Concurso Crónica Literaria. Género Periodístico» basado en la conferencia que el Profesor FERNANDO MARÍAS impartió el día 5 de abril en Guadalajara: «La Basílica de San Pedro y la Capilla Sixtina. Un monumento singular». El Jurado compuesto por los periodistas: NURIA FERNÁNDEZ, JAVIER DEL CASTILLO y EVARISTO OLCINA, han emitido el siguiente fallo entre los 12 trabajos recibidos que cumplían las Bases:
Primer Premio: PAULA FERNÁNDEZ VICENTE. 2º de Bachillerato. Colegio Salesiano.
Segundo Premio: ANTONIO DÍAZ CANO. 2º de Bachillerato. Colegio Salesiano
Tercer Premio: JORGE ROMANILLOS DE LA FLOR. 2º de Bachillerato. Colegio Salesiano.
Los premios serán entregados el próximo viernes día 27 de abril a las 20 horas en el Salón de Actos del Palacio del Infantado, en la conferencia que impartirá el Dr. MANUEL SERRANO RÍOS, miembro de la Real Academia de Medicina.
Reproducimos los trabajos premiados:
PAULA FERNÁNDEZ VICENTE: Primer Premio.
Título: DE LOS INFIERNOS AL CIELO. UN VIAJE AL CORAZÓN DEL CRISTIANISMO:
El pasado día 5 de abril, Fernando Marías ejerció de San Pedro y nos abrió las puertas de la Basílica emblema de la Iglesia católica, dedicada a este apóstol. La conferencia, impartida por el Académico de la Real Academia de la Historia, supuso una verdadera clase magistral del contexto que rodea a la construcción del templo y a la de la Capilla Sixtina. Una travesía a través de dos obras que integran a la perfección tres de las etapas de la cristiandad: las tinieblas, la necesidad de purificación y el edén como salvación perpetua.
El averno como el arché de la naturaleza humana, el pecado por origen. Del mismo modo que sucede con el hombre, San Pedro se cimienta en las tinieblas. Fernando Marías lo enunció e ilustró: la estructura de la Basílica descansa sobre una necrópolis paleocristiana. Es más, la tradición nos indica que la cúpula hace lo propio sobre la sepultura de San Pedro. Sin duda, las raíces de uno de los símbolos del cristianismo crecen sobre tierra fúnebre. Del nacimiento a la muerte, el principio y el final, el alfa y el omega; en una palabra: Jesucristo, el catolicismo. El transcurso de la conferencia plasmó la pluralidad de la construcción, una diversidad poco caótica y muy razonable. Es decir, cada obra expoliada, cada pincelada, cada piedra tallada, cada escultura, cada espacio tienen su porqué. Es junto con la variada autoría de la misma, algunas de las razones cuya convergencia exaltan su originalidad. Conceptos que precisamente fueron subrayados por Marías, cuya exposición meramente artística del templo y Capilla requirió de un óptimo conocimiento de Historia del Arte por parte de los asistentes, en contraste, sin embargo con la comprensible descripción de la ambientación general de ambos monumentos.
El purgatorio, la expiación, la penitencia de los feligreses, esto es, el motor funcional de la Basílica. Todo ello se refleja en la propia oración del creyente, para lo cual se habilitaron las diferentes capillas en el interior de la monumental nave. Mayúsculas fueron también las nociones de arte impartidas en la charla, algunas muy técnicas, otras más razonables, pero todas explicadas minuciosamente por el Académico. El cristianismo como religión universal, su emblema como obra plural. Miguel Ángel, Bernini o Sanzio, todos ellos dejaron su huella; así como la del conjunto de Pontífices que participaron en la edificación. De orígenes arrianos, rematadas con el expolio de obras del Templo de Jerusalén, y contando en su haber con algunos de los frescos más impresionantes de la Historia del Arte, San Pedro y la Capilla Sixtina son construcciones realmente especiales. Especiales de la misma manera que lo es la rigurosa explicación de un ponente verdaderamente influyente en su especialidad como lo es Fernando Marías. Todo un honor para los asistentes. Obra minuciosa hasta el extremo, como la presentación y descripción por parte de Marías de los monumentos que nos ocupan; nada queda al azar. Un buen ejemplo de ello reside en la precisa comunicación de Sala Ducal y Sala Regia mediante la Scala Regia, con el fin de acoger el trayecto del Papa en silla gestatoria hacia la plaza. Su carácter de Basílica-Palacio papal dota a la construcción de un aura espiritual superior. El origen de ello reside en el regreso de los Pontífices desde Avignon, un acto de carácter nada vacuo puesto que San Juan de Letrán fue cesada en sus funciones de centro religioso, poder que le fue otorgado a San Pedro. Análogamente, la Iglesia siente una necesidad renovadora. Todo ello se traduce en dos caminos que confluyen en el sendero principal: la Basílica se moderniza (s. XV-XVI), abrazando la visibilidad innovadora deseada, junto con la promoción del Palacio Apostólico y la construcción de los edificios anexos. De este modo presentó Marías la evolución artística y de contexto histórico de la edificación así como la diversidad de aportaciones intelectuales que la han llevado a ser un referente arquitectónico mundial.
Y finalmente el cielo, el paraíso, el edén, el fin de la vida terrenal. De esta manera bien se podrían representar tanto la cúpula de la Basílica como la Capilla Sixtina, la joya de la corona. No exenta de problemas resultó la construcción, si bien el hecho de mantener un concepto de proyecto colectivo se tradujo como el perseverante motor del no abandono. Siguiendo este espíritu, el Catedrático mantuvo, a lo largo de la conferencia, un tono firme, captor e incluso etéreo con el que consiguió transmitirnos la grandeza de la edificación. Magnificencia reflejada a su vez en la formidable cúpula que corona el complejo, superando incluso, en esta característica, a la Catedral florentina de Santa María del Fiore, suponiendo la encarnación del culmen del arte del Cinquecento renacentista; y que evidencia, debido a su localización en la estructura del complejo, la triple naturaleza de la construcción. En efecto, la cúpula (el edén) se sitúa bajo el altar mayor (el purgatorio como oración de los fieles) y a su vez sobre la sepultura de San Pedro (la muerte, el averno). A su vez, la Capilla Sixtina simboliza el contraste entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Este segundo ámbito de la conferencia resultó muy breve debido al poco tiempo restante como consecuencia de la exhaustiva explicación de la Basílica de San Pedro. Aun así, es por todos conocida la majestuosidad de sus pinturas que, sin embargo, no han resultado exentas de cambios. En primer lugar, sufrió una limpieza bajo el marco de la renovación en todos los ámbitos de la Iglesia de Roma. Posteriormente, se cubrieron las desnudeces con el fin de mantener el estricto sentido religioso de las pinturas. Fue ya más adelante, dentro del siglo XVI, cuando la estancia acogió los primeros conclaves (mucho más frecuentes en aquella época que en la actual) y se insertaron decoraciones litúrgicas e institucionales en torno a sus muros.
Sin duda, nos encontramos ante uno de los complejos más místicos e importantes tanto espiritual como artísticamente, siendo esto último el tema que nos ocupa. La conferencia de Fernando Marías cobra más trascendencia, repercusión y significación, si cabe, al detenernos a reflexionar sobre su influencia en los más de dos centenares de asistentes a la misma. Es decir, ha conllevado la transmisión de unos profundos conocimientos sobre la Historia del Arte, aplicados a estas construcciones, a un colectivo realmente heterogéneo, desde estudiantes de instituto con un limitado conocimiento del área hasta aquellos presentes con una amplia erudición de la rama. Estos últimos, a su vez, protagonizaron un distendido y técnico coloquio al término de la presentación en el que se debatieron y trataron temas relacionados con el contexto histórico, así como curiosidades sobre el origen de algunas piezas artísticas. Con toda seguridad hemos sido partícipes de una explicación magistral sobre dos de las construcciones más emblemáticas de la cristiandad, una travesía a lo largo de la Iglesia Católica en su sentido más puramente artístico, una conferencia que nos deja con ganas de más.
ANTONIO DÍAZ CANO: 2º Premio.
Título: EL ARTE POR EXCELENCIA. Fernando Marías nos habla acerca de la construcción de la Basílica de San Pedro y la Capilla Sixtina, ofreciéndonos su opinión más crítica e invitando a la reflexión.
La existencia de diversas obras culturales y de gran valor artístico necesitan ser dadas a conocer al más mínimo detalle a la mayoría de la población. Esta necesidad requiere, de manera incontestable, de la presencia de personalidades de la talla de Fernando Marías, historiador de Arte, catedrático en la Universidad Autónoma de Madrid y miembro de la Real Academia de la Historia, quién gracias a la constancia y perseverancia en sus estudios ha logrado llegar a ser uno de los mejores historiadores de nuestro país.
Hace unos días, Guadalajara tuvo la oportunidad de contar con la presencia del reputado académico, gracias a la conferencia organizada por el Club Siglo Futuro bajo el título ‘La Basílica de San Pedro y la Capilla Sixtina. Un monumento plural’. Ante un auditorio abarrotado, Marías realizó un minucioso recorrido por la historia de este monumento “plural y dinámico”, jalonando su disertación de interesantes datos y referencias históricas que el público desconocía y recibió con verdadera atención.
En este sentido, el historiador remachó la curiosa brecha de tiempo que se abre entre la construcción del altar y la bóveda ¬¬-alrededor de unos 30 años-, aunque la que conocemos en la actualidad es sensiblemente más moderna que la de un siglo atrás, razón que a juicio del conferenciante explica su mejor conexión con el entorno. Se detuvo también Fernando Marías en una de las características principales del monumento, que es la abertura de las estrechas calles que conducen a la Basílica y que causan una gran impresión al hacer que el visitante descubra de repente tal majestuosidad.
Respecto a la localización del monumento, el catedrático relató los anteriores usos del emplazamiento ¬–acogió el hipódromo de Nerón en el siglo V-, y explicó que la construcción de la Basílica supuso la desaparición de dos mausoleos utilizados como estructuras funerarias de San Andrés y Santa Petronila. Respecto al elevadísimo coste que supuso su creación, narró que una gran parte de él fue sufragada por los Reyes católicos por encargo de Constantino I, hijo de Santa Elena. Más grande de lo esperado.
Grandes arquitectos fueron los creadores de este palacio que, tiempo después, alojó al Papá en su salida de Avignon a Roma. También es cierto –según certificó Fernando Marías- que superó las dimensiones previamente planeadas con diversos detalles técnicos inesperados como el enorme tambor situado en la parte posterior que deja entrar los rayos de sol de manera incipiente, la colocación del altar mirando hacia Occidente y de la fachada hacia el Este. La mismísima Giralda de Granada, tal y como reveló el catedrático, está basada en parte en esta estructura.
Sobre la Capilla Sixtina, Marías puso en valor su enorme parecido al Templo de Jerusalén, aunque la primera gana en fama y visitas en parte por la curación de las desnudeces que dividen las paredes de la capilla en 3 partes: La parte inferior -la más visual, pero la que menos arte recoge en sí misma ya que está decorada por falsos tapices-; la parte central –donde observamos las tres leyes que marcan el Cristianismo y que son el mosaico del juicio final, una imagen de Cristo y la Ultima Cena, y la parte superior -en la que se encuentran todos los papas¬-. Un dato desconocido por el gran público consiste en la grandeza de esta Capilla en su parte interior, donde destaca la sala Ducal.
Todos estos fascinantes datos, y muchos más, fueron revelados por Fernando Marías durante una conferencia tan interesante como instructiva. Sin duda, todo un lujo para Guadalajara y un deleite para los amantes del Arte y la Historia.
JORGE ROMANILLOS DE LA FLOR. 3º Premio
Título: VIAJE AL CENTRO DE LA IGLESIA
Cientos de almas expectantes (un par), dos personas ante ellos y, de fondo, la fachada de la Basílica de San Pedro. Pero no era el Papa Francisco, sino Don Fernando Marías, catedrático de Historia del Arte de la UAM y académico de la Real Academia de Historia, quien iba a hablar en esa ocasión.
La charla formaba parte del ciclo ‘La huella de la historia’ que organiza la Fundación Siglo Futuro en su noble objetivo de nutrir y enriquecer culturalmente a Guadalajara, y atrajo a unas 250 personas que casi llenaron el salón de actos de la JCCM en el ocaso del 5 de abril.
‘La Basílica de San Pedro y la Capilla Sixtina. Un monumento plural’, rezaba el título, y desde luego lo era, no sólo porque son dos, sino también, y como desarrollaría a lo largo de toda su conferencia Marías, por la suma de los incontables elementos artísticos, culturales e históricos que las conforman.
La presentación anduvo de la mano de María Dolores García, miembro de la Fundación Siglo Futuro, quien no fue parca en alabanzas hacia Don Fernando y hacia las dos grandes joyas vaticanas.
En la nave de las palabras y las diapositivas de Marías nos embarcamos en un viaje en el tiempo que nos llevó hasta los orígenes de la Basílica de San Pedro, en el siglo IV, bajo el mandato constantiniano. Comprobamos desde sus cimientos la pluralidad que anticipaba el título, pues, además de ser arriana en una primer momento, se emplearon en su construcción elementos paganos y columnas de otros templos, un expolio justificado como un ‘intento de ostentación del poder’. Además, la basílica era un tipo de edificio que en el mundo romano tenía una función política, por lo que la adopción de esta estructura para la iglesia fue un planteamiento revolucionario.
Saltando once siglos en el tiempo, admiramos cómo el retorno de la sede papal de Aviñón a Roma, supuso, a su vez, una renovación del templo en la que intervinieron algunos de los más brillantes arquitectos del renacimiento y el barroco italianos, como Bramante, los da Sangallo. Peruzzi… También vimos cómo se fueron alternando la planta de cruz griega y de cruz latina hasta llegar a la forma definitiva fijada en 1607 por Maderno, coronada como reina de las iglesias por la impresionante cúpula de Miguel Ángel, y abierta y acogedora hacia el mundo entero gracias a la plaza que ideó Bernini y que, como poetizó Don Fernando, ‘abraza a los fieles’ desde el año 1655. Sin embargo, tan solo desde 1950, por orden en 1937 de Mussolini, la belleza de la Basílica de San Pedro riega e inunda la Via della Conciliazione hasta desembocar en el Tíber.
Por otro lado, pero de nuevo a lo Darwin, repasamos la evolución de la Capilla Sixtina desde su figura medieval y castellana en el siglo XV hasta hoy, pasando por la renovación que llevó a cabo Sixto IV, quien inspiró el nombre con que hoy la conocemos y atrajo a artistas tales como Botticelli, Perugino, Signorelli, Miguel ángel… que elevaron un edificio sin una gran importancia arquitectónica, al nivel de una de las mayores obras de arte de la historia. De los frescos que tatúan las paredes del edificio, Marías destacó el paralelismo que se expresa entre La vida de Moisés y La vida de Cristo ensalzó la excelsa obra de Miguel Ángel en la bóveda y tras el altar con El Juicio Final.
Marías, conocedor de la plural riqueza que atesoran tanto la Basílica de San Pedro como la Capilla Sixtina criticó que hoy las visitemos como ‘un parque temático’ y nos invitó a preguntarnos ‘¿para qué esta construcción?’ pues ‘las cosas se hacen no por deseo de los arquitectos, sino con una función precisa’.
Tras su barroca charla, tuvimos la oportunidad de seguir disfrutando del dilatado saber de Marías, quien se mostró cercano y dispuesto a responder nuestras preguntas, generándose de esta manera un distendido coloquio que se selló con un aún más fuerte y agradecido aplauso.
Quizás pueda ser definida la conferencia como una fumata blanca. Blanca por su genial contenido y fumata porque abarcamos tanto, que quizás se hizo confuso el hilo conductor de la charla y algo indefinida su conclusión. Sin embargo, unos cientos de almas, dos personas frente a ellos y las imágenes de la Basílica de San Pedro y la Capilla Sixtina viajamos durante unas dos horas en el tiempo y en el espacio para trascender las piedras y los pigmentos que constituyen estas dos joyas vaticanas y de la humanidad; para tratar de vislumbrar, aunque sea parcialmente, toda la luz y el significado que atesoran.