CARA AL MUNDIAL
Si estaba que ardía el contencioso de las Malvinas, Maradona le echó leña al fuego con su mano de Dios. Sabido es que el Eterno es sólo Uno, pero con muchos nombres distintos. Demos comienzo por Júpiter. Todas las cosas están llenas de Júpiter, decís Virgilio, el divino compadre de Horacio, en la Envida. (De Júpiter y de fútbol, el dios del siglo XXI). Y acabemos con Maradona, un pibe de las villasmiserias que si ya estaba en los altares, el día en que se convirtió su mano en testa subió el Empíreo con todos los honores que no mucho más tarde le retiró el polvo blanco que alela y entumece. Se pasó, y como asegura Plauto en su Anfitrión los dioses juegan con los hombres como si fueran pelotas, anduvo revoloteando por una nube de infortunio que, entre otros dudosos dones, le endosó los kilos que sobraban a Sancho el Craso de Navarra. Tela.
Pero Maradona es argentino y tiene el número de teléfono de Zeus.
Y le bastó una llamada y algunos años de abstinencia y medicinas para que volviera a ser, sin reparos, el dios La Boca, de Corrientes y de Boedo antiguo. Todos nos alegramos, y especialmente los españoles porque Las Malvinas es una ofensa antártica que escupe y que evoca la humillación del Peñón, y gritamos entusiastas Dios existe, Dios existe, como los gitanos de Jerez si Rafael de Paula desmaya la mano y hace que dos segundo fotografíen
Antonio Hernández
23-5-2010