EVOLUCIÓN DE LA CIRUGIA DE LA CATARATA DESDE EL AÑO
1000 a. C., E IDEAS PARA EL FUTURO
Prof. Joaquín Barraquer
Julio 2011
Las noticias sobre la cirugía de la catarata se remontan a la antigüedad. La descripción más antigua, la operación de la catarata por reclinación se encuentra en el manuscrito sànscrito Susruta Asmita alrededor del siglo II a.C. Operaban la catarata con el paciente sentado y tratado con una bebida alcohólica, clavando una aguja por la periferia de la córnea y luxando (empujando) el cristalino cataratoso (blanco) hacia la cavidad vítrea. Así dejaban que la luz y una imagen desenfocada llegasen a la retina y el cerebro. Los conocimientos eran muy rudimentarios y a pesar de ello los pacientes quedaban contentos.
El relato de una posible operación de cataratas se encuentra en la Biblia, en el libro de Tobit (hacia el 600 a.C.). Siguiendo las indicaciones del ángel Rafael, Tobías aplica la hiel de un pez sobre el ojo de su padre ciego: “Poniéndole el remedio encima, provocándole un escozor I con las dos manos se frotó los lagrimales. En aquel momento vio a su hijo y cayendo a su cuello le dijo llorando: ”Te veo, hijo, luz de mis ojos”. (Tb. 11:12-14). Esta descripción puede interpretarse como una reclinación de catarata autoprovocada por el frotamiento vigoroso que habría superado la resistencia de un ligamento zonular debilitado (situación frecuente en las cataratas maduras) haciendo así caer el cristalino dentro de la cavidad vítrea y dejando libre el eje visual.
Esta técnica se siguió practicando hasta finales del siglo XIX. Daviel (1696-1762)) oculista francés, ya describe una operación que consistía en abrir la cámara anterior con un cuchillete lanceolar, y asimismo abrir la cápsula de la catarata apretando para que el núcleo de la misma y las masas periféricas saliesen del globo ocular. La idea quizás vino de que en muchos casos en que se había practicado la reclinación, la catarata que había caído en el humor vítreo pasaba accidentalmente hacia adelante dificultando de nuevo la visión de los pacientes. Además, a través de la incisión grande, podían entrar gérmenes y producir una infección con pérdida del ojo, a veces muy dolorosa, pues los restos de catarata eran un buen caldo de cultivo.
Los conocimientos de Pasteur sobre microbiología y la anestesia local de Koller, ayudaron a evitar estas complicaciones en la evolución de la cirugía de catarata.
A principios de 1900 el coronel Henry Smith, MD ideó la técnica que lleva su nombre mediante incisión amplia con presión del ojo con el dedo pulgar y expulsión de la catarata con o sin salida del humor vítreo.
Para evitar los problemas de esta técnica, Ignacio Barraquer (1884-1965), observando como una sanguijuela tomaba con su ventosa una piedrecita del acuario y la trasladaba de un lugar a otro sin remover la arena, ideó una ventosa con vacío regulable, que constituyó el mejor instrumento para coger el cristalino y romper la zónula sin rasgar la cápsula del mismo. Fue el mayor adelanto histórico de la cirugía de la catarata (Facoéresis de Ignacio Barraquer). Su padre, José A. Barraquer, 50 años antes había colocado la primera sutura para la cicatriz de la operación.
No obstante, para extraer la catarata era necesario que ésta fuese madura para que la zónula fuese frágil y el paciente pasaba por un largo periodo de escasa visón.
Joaquín Barraquer (1927) trabajando con su padre descubrió el efecto de un fermento (Alfaquimotripsina) que aplicado sobre la zónula produjo una “digestión” selectiva de este ligamento (zonulolísis enzimática). Esta técnica permite extraer la catarata a cualquier edad con la misma facilidad que una catarata senil. Fue publicada un año después en la Real Academia de Medicina de Cataluña. En una época que no existía Internet, ni los medios de difusión actuales, esta técnica dio la vuelta al mundo en seis meses, facilitando la cirugía de la catarata.
En 1964, Krawicz de Varsovia, inventó la extracción de la catarata por criocoagulación.
Sin embargo, el ojo quedaba sin cristalino haciéndose necesarias unas gafas con cristales gruesos. Un cirujano inglés, por sugerencia de un alumno ideó colocar una lente dentro del ojo. Regresó a la extracción extracapsular y colocó una lente delante de la cápsula y detrás del iris. Fue una idea importante, pero se presentaron complicaciones por lo que la técnica de Barraquer siguió considerada la de elección.
En 1956 Benedetto Strampelli había ideado la colocación de una lente en la cámara anterior que podía aplicarse “sin problemas” en dicha cámara y sin peligro de que se luxase como la de Ridley (1949).
Estas lentes después de años de plena tolerancia, comenzaron a dar complicaciones oculares que obligaron a retirarlas e incluso a practicar trasplantes de córnea en algunos pacientes.
La cirugía de la catarata cambió nuevamente de rumbo con la facoemulsificación de Charles Kelman (1970). Emulsificándo la catarata se consigue aspirar a través de una cánula de tan solo de 2 mm de diámetro.
Finalmente, el cristalino fabricado con metil-metacrilato plegable, se pudo inyectar a través de una incisión entre 2 y 3 mm con resultados muy buenos, permitiendo al paciente, una buena visión y recuperación rápida.
El futuro:
Desde 1980 se estudia la posibilidad de aspirar la catarata, tal como acabamos de describir, e inyectar una sustancia parecida a la silicona dentro del saco capsular que consiga recuperar la acomodación de los pacientes.
Esta solución “ideal” sigue en estudio. Los resultados actuales de las lentes monofocales de metil-metacrilato son muy buenos, y si el cálculo de las dioptrías necesarias para cada paciente está bien realizado, la visión es muy buena en distancias entre 1 metro y el infinito. Y con buena luz y bien colocada se alcanza a leer sin gafas.