BRAULIO_CARLES-BARRAQUER
El Vicario Episcopal de Pastoral Social de la Diócesis de Sigüenza – Guadalajara y Responsable de Asociación Comisión Católlica de Migraciones de Castilla la Mancha (ACCEM),  BRAULIO CARLÉS BARRIOPEDRO, recibió el pasado sábado 22 de marzo, de manos de la Presidenta de la Diputación de Guadalajara, Ana Guarinos, el Premio a los Valores Humanos «Fundación Siglo Futuro», Lea aquí el discurso completo:

 

DISCURSO DE BRAULIO CARLÉS BARRIOPEDRO:

Al recibir hoy este reconocimiento, que agradezco, ofrecido por la Asociación “Siglo Futuro” miro dentro de mí y descubro que mi sensibilidad para con las personas en riesgo de exclusión (de “descarte”, siguiendo al papa Francisco) ha sido y es una constante en mi vida.

1. Caminar y comprometerse.

Permitan que les relate algunas circunstancias o momentos, que me han ido llevando a lo largo de mi vida procurando, a pesar de mis limitaciones, “desear, buscar y cuidar el bien de los demás” (EG 178).

Mis primeras actuaciones se remontan a los años 90 dedicando parte de mi tiempo como voluntario, a las personas internadas en la cárcel de Guadalajara, en el centro Virgen de la Salud y en el CAMF de Guadalajara.

En el año 1993 recibo el encargo del obispo Don José Sánchez, actualmente obispo emérito de la Diócesis Sigüenza-Guadalajara, para ocuparme del mundo de la migración, concretamente en el, entonces, “Centro de refugiados” de Sigüenza, y hoy “Centro de migraciones”, de ACCEM.

Todos recordamos la llegada a España de un grupo de “albano-kosovares” y la acogida que Accem ofreció en el seminario mayor de Sigüenza. Tenemos frescas aún, en nuestras mentes y en nuestros corazones las imágenes de aquel grupo de personas procedentes de la antigua Yugoslavia, en proceso de descomposición política. Estos hechos marcaron para  muchos de los que estamos hoy aquí un antes y un después en nuestras vidas.  

 En ACCEM, (Asociación Comisión Católica Española de Migración), entidad en la que llevo trabajando 20 años, he aprendido todo lo que sé sobre el fenómeno migratorio y las políticas sociales. Aquí descubrí lo importante que era trabajar en equipo y la necesidad de coordinación entre entidades políticas y sociales.

En todo este marco, también ocupó un papel importante la red de lucha contra la pobreza en Castilla la Mancha, más conocida como EAPN, de la que en estos momentos soy Presidente.

2. Atender y servir al pobre

Guada-Acoge, es una entidad también vinculada a la Iglesia Católica en el campo de la migración y en Guadalajara concretamente vinculada a la delegación diocesana de migraciones. Es otra entidad con la que también he colaborado, y  me ha afianzado como elemento importante en el compromiso personal para la atención y acogida a personas procedentes de diferentes lugares del mundo.

Caritas ha configurado mi ser y mi hacer, comprendiendo que lo fundamental en la Iglesia es el amor y este expresado en los excluidos de la sociedad o como dice el Papa Francisco en los descartados.

Los agentes de pastoral de Caritas Diocesana de Sigüenza-Guadalajara, procuramos afirmar con nuestros hechos,  que hay “un signo que no debe faltar jamás: la opción por los últimos, por aquellos que la sociedad descarta y desecha” (EG 195). Quiero destacar la actuación en dos campos emblemáticos como son:

  1. El Centro Residencial Betania, donde se ofrece un hogar y se acompaña a las personas más excluidas, para que puedan recuperarse y dejar de ser descartados.
  2. “Residencia de mayores Juan Pablo II”, en la localidad de Alovera. Ha sido otro de los retos importantes que Cáritas ha llevado a cabo, no sin dolor ni sufrimiento, pero gracias al esfuerzo de todos se ha convertido en un lugar referente de acogida y calidez para nuestros mayores.

 El Centro Diocesano de Acción Social “Centro Nazaret” en la ciudad de Guadalajara, dio un gran impulso a todo lo referente a la acogida, promoción y atención de la persona, sea cual sea su situación; dando una visión de coordinación y trabajo en equipo en las entidades sociales diocesanas. Esto implica valorar al pobre en su bondad propia, con su forma de ser, con su cultura, con su modo de vivir” (EG 199).

3. Nadie puede sentirse exceptuado de la preocupación por los pobres y por la justicia social

Mi aportación es una más, dentro de la atención y trabajo que desarrollan una notable cantidad de voluntarios. Sin ellos hubiera sido imposible embarcarse en los diferentes proyectos que en la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara se están llevando a cabo. Esto “nos recuerda que todos los cristianos y personas de buena voluntad estamos llamados a cuidar a los más frágiles de la tierra” (EG 208).

Este premio que hoy la “Fundación Siglo Futuro” me entrega y que yo agradezco, pertenece sobre todo a todas las personas que han trabajado y trabajan conmigo (voluntarios, colaboradores, técnicos…). Es de todos ellos. De los que han estado en algún momento, de los que están actualmente y de aquellos que pueden que vengan en el futuro; porque mi tarea es liderar el trabajo conjunto de todas las instituciones y esto, no sería posible, sin cada uno de los que día a día dan todo lo que son, su esfuerzo, entrega desinteresada, sin poner límites a sus funciones y horarios, siendo conscientes de su responsabilidad que no es otra que la de tener delante a una personas que sufre.

Me gustaría  terminar mis palabas trayendo ante ustedes la persona y el testimonio del papa Francisco. Él habla con frecuencia de la cultura del “descarte”. Insiste en recordarnos que en la sociedad de hoy, se descarta todo lo que molesta, se descarta a los que no tienen un hogar, a los refugiados, a los pueblos indígenas,  a los ancianos, a los jóvenes sin trabajo, a las mujeres que sufren situaciones de exclusión, maltrato y violencia, a los niños por nacer que son los más indefensos e inocentes, a los  toxicodependientes, a quienes viven en el tercer mundo y se muere de hambre y de conflictos, a los que son objeto de las diversas formas de trata de personas…

Sin embargo, es obligado reconocer que hay personas (entre ellas seguro que todos los que hoy estamos aquí) dispuestas a trabajar concienciados de que “la dignidad de la persona y el bien común están por encima de la tranquilidad de algunos que no quieren renunciar a sus privilegios” (EG 118).

 Este premio nos alienta a seguir trabajando para hacer realidad con el Papa Francisco “la revolución de la ternura”. Si todos queremos y nos movemos para poner esto en marcha, podremos construir un mundo más justo, más humano y mejor. Estaremos en condiciones de construir la civilización del amor.

 

Muchas gracias.
Braulio Carlés Barriopedro
Vicario Episcopal de Pastoral Social de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara